miércoles, 16 de febrero de 2011

El asentir en las relaciones.


« La felicidad en el amor es a veces una
bendición, pero por lo general es una conquista»
Paulo Coelho

El ego mira el amor como un crimen. Intenta convencernos de que decir si al amor es algo peligroso, que lleva consigo un sacrificio injusto y algunas veces doloroso. Cree que asentir nos convertirá en el chivo expiatorio de otras personas. Para el ego, el amor es debilidad, en cambio, para el Espíritu el amor es fuerza.

Al inicio de nuestras vidas, estábamos perfectamente programados para asentir. De este modo, estábamos conectados con un mundo rico, lleno de hechizo y de milagro. Diciendo si a lo que es, crecimos hasta poder valernos por nosotros mismos.

Al mismo tiempo, nos enseñaron a pensar de forma antinatural y a entrar en contradicción con lo que somos. Pensamos en términos de competencia, lucha, enfermedad, recursos finitos, limitación, maldad, culpa, muerte, escasez y pérdida, y como empezamos a pensar en estas cosas, empezamos a conocerlas.

Nos enseñaron que tal como somos no valemos lo suficiente. El amor es eso con lo que nacimos, el miedo es lo que hemos aprendido. El viaje del héroe es la travesía de asentir el amor en nuestras vidas. El amor es el hecho existencial esencial.

Tener plena conciencia de él, tener la vivencia del amor en nosotros y en los demás, es el sentido y propósito de la vida. Tener otro propósito no tiene sentido, es contrario a nuestra naturaleza, y finalmente nos hace sufrir. Sobrevaloramos lo que percibimos con nuestros sentidos físicos, y subvaloramos lo que, en nuestro corazón, sabemos que es verdad.



Los sentidos físicos no pueden percibir el amor, el amor exige una «visión» diferente de aquella a la que estamos acostumbrados, una forma diferente de conocer, de pensar. El amor es el conocimiento intuitivo de nuestro corazón y solo se alcanza mediante la sensibilidad.

Un antiguo recuerdo de este amor nos persigue continuamente, pidiéndonos por señas que regresemos. Es por eso que el lenguaje del amor son la poesía, la música, las imágenes, la danza y todo lo que despierte y fortalezca esa sensibilidad en nosotros.

El amor no responde a las leyes materiales pues es energía. A pesar de que no tiene que ver con el mundo físico, puede expresarse. La experiencia que de él tenemos es la de la bondad, la entrega, el perdón, la compasión, la paz, el júbilo, la negativa a juzgar, la unión, la valentía, la intimidad y el asentir.

En las CF el trabajo se trata de mirar lo que bloquea la expresión del amor por miedo o dolor. La única manera de que el amor no fluya, es si estamos ciegos. Todo lo que se mira se ama, pues el amor está en todas las cosas. Es indestructible; sólo se lo puede ocultar. El mundo que conocíamos de niños sigue aún en algún rincón de nuestra mente.

Hace algunos años, una amiga mía tenía un interesante negocio llamado “Avalon”. Nunca le he preguntado, solo supuse que se inspiró en la historia que cuenta el fabuloso libro “The Mists of Avalon”, en español “Las nieblas de Avalon”, de Marion Zimmer Bradley. La obra es una alusión mítica a las leyendas del rey Arturo.

Avalon es una isla mágica que permanece oculta tras unas tupidas e impenetrables nieblas. A menos que se desvanezcan, no hay manera de que un barco se abra paso hasta la isla, y sólo se desvanecen cuando uno cree que la isla está allí. De este modo, Avalon simboliza un mundo que está más allá del mundo que percibimos con los sentidos físicos.


Representa el milagro presente detrás de las cosas, el ámbito encantado que es familiar para los niños cuando están sanos. El arquetipo del niño natural es el nivel más profundo de nuestro ser…es lo que realmente somos, y lo que es real no desaparece. Este es el trabajo de las CF: pasar del “amor ciego” al “amor que mira”. La verdad no deja de serlo simplemente porque no estemos mirándola. El amor sólo puede quedar oculto tras las nubes o las nieblas mentales: miedos, juicios, críticas y culpas.

Avalon es el mundo que conocíamos cuando todavía estábamos conectados con la inocencia…con nuestro espíritu. Es el mismo mundo que vemos ahora, pero sostenido por el amor, interpretado con ternura y alimentado con fe y esperanza y asombro. Es fácil de recuperar: las nieblas se desvanecen cuando creemos que detrás de ellas está Avalon. El milagro del amor consiste un cambio de la percepción que nos hace despejar las nieblas que nos impiden retornar a casa.

Hace media docena de años, conocí el asentir a través de las CF, fue entonces que atravesé la frontera de dolor y pasé del sufrimiento inútil, que te deja sin fuerzas para cambiar nada, al sufrimiento con sentido que no se evita, pero te deja sin dolor para que seas capaz de funcionar normalmente.

Entre otras cosas, aprendí a diferenciar la sensibilidad de la sensiblería y conecté con una humildad que me permite ver con muchísima claridad que «No hay nada que hacer porque Dios lo hizo todo por mi», mi único trabajo es decir si y tomarlo.

Entonces supe que yo, por mí misma, no soy nada. Ahora, cuando acompaño en sus procesos a mis clientes veo que mientras esto no pasa, la gente sigue probando todas sus viejos trucos, los que nunca les han resultado, pero que piensan que quizás esta vez si funcionen.

Cuando asentimos damos paso a que ocurra el milagro: la cabeza y el corazón se abren y Dios puede entrar y hacer el trabajo. Por supuesto, son más las personas que sufren de alguna manera, que las que buscan la solución. Lo cierto es que mientras no terminamos de rendirnos, apenas si estamos jugando a vivir, y en cierto nivel sentimos miedo porque sabemos que apenas jugamos.

Asentir significa entregarse a la vida tal cual es, con lo que me gusta y con lo que no, con lo que me parece bueno y con lo que no, y con lo que creo correcto y lo que no. Lo bello de la vida es que el momento de la entrega no es cuando se acaba la vida, más bien es cuando empieza.

Karina Pereyra,
Terapeuta en Constelaciones Familiares.

No hay comentarios:

Publicar un comentario